Los sueños de noche o las sonrisas de día.

Que fácil sería todo si aprendieramos a disfrutar de lo que no importa, o no parece importar, o quieren hacernos creer que no importa. Pero importa, aunque no nos demos cuenta.

Nos acostumbramos a vivir deprisa, racionando los segundos como el último puñado de pipas cuando ves que va a haber prorroga en la final de la champions, a exprimirlo como si fueran las naranjas del desayuno que cada días nos hacemos en la cocina de nuestras casas a las seis y media de la mañana, sin fijarnos siquiera en los colores que nos va regalando el amanecer o en desearle los buenos dias a nuestra pareja, que sistemáticamente y al unisono prepara café. 

Mirarás los titulares del día y la remesa de notificaciones que te ha llegado durante la noche, y entre sonidos guturales decidireis quien se ducha primero, sin tan solo pensar que quizás una ducha conjunta sea la mejor manera de comezar el día, aunque llegues cinco minutos tarde a trabajar, quizás, al menos, te vestirías con una sonrisa mientras vas maldiciendo cada uno de los coches que se te cuela delante para acceder a la autopista y sincronizas las pulsaciones del claxón con la canción cansina de radio formula, porque un días más estás atascado.

Llegarás a trabajar, a tu oficina, a un comercio, a una farmacia, a un hospital o a la mismísima calle y ahí comenzará realmente tu día. 

Hasta ahí parece que bien, ¿verdad?. Sigamos. 

Encenderás el ordenador y abrirás el correo, o tal vez, aparques el coche y te pongas una americana muy bonita que viste de rebajas ayer y hoy estrenas porque parece que te hace sentir mejor. Saludarás a gente, negociarás, responderás como mínimo tarde a 15 de los 37 correos que tienes en la bandeja de entrada, discutirás con un compañero o con tu pareja porque no te responde al mensaje de que vais a cenar esta noche. No te habrás dado cuenta y serán las tres de la tarde, calentarás un tupper con las sobras de la cena de anoche, un café de la máquina del pasillo de la derecha y seguirás a tus cosas hasta las cinco. Hora en la que harás exactamente lo mismo que ocho horas atrás pero en sentido inverso, casí como si atrasarás las manecillas del reloj.

Llegas a casa y son las seis y media de la tarde. Recoges todo lo que no hiciste a la mañana mientras esperas que llegue tu pareja, para decidir sin miraros, otra vez los titulares y las notifiicaciones, que cenáis.

Cocinaréis, con un poco de suerte habrá música de fondo, sí, esa misma canción, solo que esta vez llevas el ritmo con la espumadera mientras fríes unos huevos.

Cenaréis y comentaréis que tal el día, la misma historía de siempre, y sin darte cuenta son las once y apagas la luz y el mundo para encender los sueños. 

¿Que sueños?.

¿Tener una persona con la que compartir todo aunque en realidad no tengas nada o aunque ni siquiera crucéis más de cuatro frases a lo largo del día?. ¿Ver crecer los ceros de tu cuenta corriente?. ¿Tener una casa grande con jardín a las afueras para disfrutar de la libertad?. ¿Hacer regalos caros, cuanto más caro mejor, porque te quiero mucho y de verdad?.

Hagamos un experimento.

Levántate como cada día, y mientras exprimes las naranjas, quítate las legañas, dí Buenos Días en voz alta, te sorprenderá saber que pueden responderte. Si lo hacen, señala hacía la ventana y si no lo hacen sé tu el que mire hacia la centana y observa los colores. Lee los titulares, y mándale un beso escrito o dibujado por mensaje a quien tengas al lado. Dúchate, vístete y vete a trabajar, no sin antes haber cogido al azar un cd de esos que tanto lucen en la estantería y que hace años que no escuchas, cree que nadie te ve y canta. 

Automatízate las siguientes ocho horas con el modo sonrisa ON y tal vez algún mail no llegue tan tarde como parece. Baja a tomar el café al bar, no olvides la cartera, las Buenas tardes, el por favor y su amigo Gracias. Remata el día. Conduce de vuelta a casa pensando en algo que tengas ganas de hacer y hazlo. Besa a tu pareja cuando llegue, sin aviso. Agota todo lo que le queda de luz al día y después vuelve a apagarla, pero antes dime:

¿Los sueños de noche o las sonrisas de día?. 

3 comentarios en “Los sueños de noche o las sonrisas de día.

Deja un comentario